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  • Writer's pictureSoraya Lara

El destino lo diriges tú.

Artículo publicado en la revista Firstclass Magazine


El destino lo diriges tú



A los 22 años sostenía en mis manos dos sentencias que me han acompañado durante el transcurrir de mi vida: “Destino es carácter” del filósofo griego Heráclito y “Llega a ser lo que eres” de Píndaro. Mis cálidas manos de juventud las recibieron con asombro y muchas preguntas que no tenían respuestas en ese momento.

El filósofo y escritor José Mármol, jamás pensó que al entregarme dos papelitos en blanco bien recortados, enmarcados por símbolos impresos por su maquinilla Olivetti, los llevaría en mi monedero por décadas. Un acompañamiento filosófico existencial de Heráclito, Píndaro y José Mármol, no imaginaron el peso que cargaba con estas sentencias. Cada día las leía y me hacía preguntas.

Era muy joven, sin experiencia e ilusionada por el amor, la vida y mi identidad subjetiva como mujer de aquel entonces. Hoy, me escucho y me miro y decido asumir la libertad de expresarme con nueva voz y conciencia crítica. Me apropié de ellos y nos hicimos una.

Cuántas personas transitan por la vida sin preguntarse ni proponerse cambios importantes que las desafíen a crear un propósito significativo que transformen una realidad que puede ser injusta por el sufrimiento que pueden ocasionarse a mí mismas o a otros.

Nuestra conciencia la construimos desde nuestra experiencia como personas en desarrollo, relaciones con vinculación afectiva –familiares o tutores-, acontecimientos ocurridos que impactan en la vida de una persona, factores de riesgo que vulneran o protectores que fortalecen. Otro factor a tomar en cuenta es cómo se interpretan los acontecimientos y las vivencias con las personas cercanas.

La realidad es un constructo social, cultural, psicológico, político y religioso. La realidad de un cristiano no es la misma que la de un musulmán y, mucho menos, la de un científico o un filósofo. Cada uno cuestiona la realidad desde su sistema referencial.

La conciencia crítica aparece cuando se superan los dogmas, los prejuicios, las creencias distorsionadas que coartan la libertad de ser y de vivir sin ataduras inútiles, que doblegan e impiden la autonomía. Es la que favorece a superar las sombras o arquetipos impuestos por uno mismo, por otros o por fundamentalismos de tipo religioso.

Renunciar a la libertad de ser uno mismo para sujetarse a otros y convertirse en una sombra, es negarse a su propia existencia.

La conciencia crítica permite que la persona actúe en defensa propia para no plegarse a los demás. Obvia las amenazas, las intimidaciones y las sentencias culpabilizadoras que buscan castrar toda autonomía y la capacidad de toma de decisión.

Veamos un ejemplo: Una mujer joven adulta, de más de veintitrés años, quiere tener la vida social que le corresponde. Su sistema familiar comienza a atacarle y a decirle que no quiere ajustarse a las reglas de la casa. Que va a provocar la muerte de la madre enferma. Que no se parece a nadie de la familia. Que de seguir así tendrá que irse de la casa.

Si esta persona no es capaz de discriminar las intenciones que se ocultan, las de impedir su autonomía a través de los mecanismos de manipulación y activación de la culpa, quedará atrapada en un sistema familiar aglutinado.

Su conciencia crítica le dice que no está haciendo nada mal, que es normal lo que hace y que deben confiar en ella, entonces, la probabilidad de que mantenga su autonomía es fiable. Su seguridad facilita expresarse abiertamente sin ofender ni atacar y plantearles que en un futuro cercano logrará independizarse.

Decidir independizase o no, es elegir su destino.

El miedo es otra trampa que impide elegir el destino. Miedo a renunciar a lo conocido, a cambiar el estatus quo, a cambiar el “así se hacen las cosas”. Miedo a dejarse ver como es, con el riesgo de quedar atrapada en la apariencia, detrás de una máscara. La pérdida de autenticidad por miedo al rechazo, a no caer bien, a no ser complaciente, a no decir que no, es elegir no ser uno mismo.

Los estereotipos impuestos son otra renuncia “ser como la sociedad o la cultura espera que sea”. Estas son cualidades o conductas que se deben mostrar de acuerdo al género y a las expectativas culturales por la condición de hombre o de mujer. A cuántos hombres desde niños se les ha condicionado a no expresar su afectividad y su dulzura porque se espera de él dureza, fuerza, inflexibilidad y poder.

Así como a la mujer, se le imponen estereotipos de fragilidad, dependencia, extrema tolerancia, sumisión y suavidad, cuando pueden expresar otras características que no se asocien a este modelo social.

Salir del rol no implica negar la condición biológica de ser hombre y ser mujer. Elegir, es expresarse libremente sin quedar atrapados en esos arquetipos por la sensación de inadecuación o inadaptación social. Ser distinto a la regla es elegir ser diferente, sin dejar de ser.

Si hacemos una lectura histórica vemos que el comportamiento humano ha estado sujeto a leyes, tratados, teorías, políticas y normas culturales que pasan de generación en generación. Muchas de ellas buscan el bienestar del ser humano, garantizar los derechos y la convivencia pacífica.

Al adscribirse a ellas se elige vivir de acuerdo a lo establecido y adaptarse según las exigencias de la actualidad.

Elegir no siempre implica conciencia crítica, reflexión y autenticidad. Detrás del telón puede haber conveniencia, manipulación, temores, inseguridad, falta de criterio y plegarse a otras personas por intereses personales. Es a lo que Murray Bowen llama pseudoself o falso sí mismo.

Elegir ser uno mismo tiene sus costes y beneficios. El mayor beneficio es actuar de acuerdo a sus valores y a sus principios fundamentados en la ética: Hacer el bien.

Elegir gratifica cuando se reconoce que se escoge libremente y se valora la consecuencia de la elección.

Elegir es una acción y una actitud que tiene que ver con uno mismo y con el otro. Lo que se elige o no, impacta, modifica o cuestiona. La actitud revela la disposición y el ánimo que incidirán en la elección. Esta última puede estar determinada por la experiencia o el conocimiento.

No hacer nada, no decir nada, mantenerse indiferente, estar triste y no amar son elecciones. Igualmente, estar alegre, ser solidario, emprender proyectos, hacer una carrera, tener pareja y servir a la sociedad.

Siempre se elige, independientemente de las razones y las actitudes. Se evade, se renuncia o se asume.

¿Qué decides elegir?

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