Pregunta del lector: En una fiesta escuché a un artista dedicar una canción a su padre fallecido. Me gustó la canción, pero no entiendo por qué las personas hacen tributos posmorten, conocerlos, quererlos y cuidarlos cuando están vivos. ¿Cree que se trate de un sentimiento de culpa?
Respuesta de la terapeuta: Las personas reaccionan ante las pérdidas de sus padres u otros seres queridos de maneras distintas. Sobreponerse al dolor dependerá de los vínculos establecidos, el significado afectivo asignado y de las percepciones
internalizadas acerca de las relaciones.
Además, hay que tomar en cuenta el tipo de apego establecido, el grado de madurez
emocional y el estilo de afrontamiento ante las pérdidas humanas. Perder a un ser amado implica transitar por distintas fases que conllevan a la elaboración del duelo o despedida del ser querido. Un proceso asumido con madurez emocional termina en la aceptación. En el caso contrario vemos la negación, la resistencia y el enojo.
Implica comprender que se produce una separación física y que paulatinamente hay
que disponer de su ropa y otras pertenencias que no son de utilidad para la familia. En muchos casos, podemos notar la insistencia por años y años en conservar todo intacto como si la persona estuviera ahí.
Los rituales de acuerdo a las creencias familiares, religiosas y culturales forman parte
de esta elaboración. Se ofician misas y memoriales, se hacen visitas al cementerio, la
familia se reúne para recordar a ese ser amado.
Se escriben poemas, canciones, se construyen mitos, historias, se elaboran ciertos
rituales para mantener el espíritu vivo y transmitir valores, creencias y actitudes que
pasan de generación en generación.
La persona que no logra superar la pérdida mantiene una actitud de negación, expresa un discurso cargado de enojo con Dios, si es creyente; rechaza la realidad, cambia su estilo de vida, se aísla y se deprime.
El duelo es personal y tiene el derecho a elaborarlo como entienda que es más
beneficioso para sí y que le permita trascender la relación en el aquí y el ahora y
mantener una relación espiritual y emocional por legado.
Las personas a las que se les dificulta superar el dolor y se aferran a no aceptar la
realidad, es preferible que cuenten con un especialista o líder espiritual para que les
acompañen a despedir y aceptar la partida de su ser amado.
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