Pregunta del lector: Mis amigos me atacan porque dicen que soy un “mamita” y me he
dejado gobernar por mi pareja. Creen que cuido a mis hijos porque me los impone para
controlarme y que no salga con ellos. ¿Qué puedo decirles para que dejen de
molestarme? Lo hago porque quiero hacerlo.
Respuesta de la terapeuta: No todos los hombres jóvenes se encuentran en el mismo
grado de compromiso que usted en la crianza de los hijos.
Los más mayores crecieron en una cultura predominantemente machista, en la que
pocos participaban activamente en la crianza de los hijos. Estos entendían que era una
tarea propia de las madres, que su actividad básica era proveer económicamente para
ofrecer seguridad a la familia.
Desde tiempos remotos, los hombres tenían otras atribuciones como ir la guerra, tener
una vida pública y política, mientras que las de las mujeres consistían en cuidar a los
hijos, el marido y la casa. Incluso, ellas no podían estudiar ni participar en la política y
mucho menos tener una vida socialmente activa.
Los cambios sociales acaecidos en las últimas décadas han sido de gran beneficio para
la familia. Las mujeres han ocupado las aulas, muchas desempeñan funciones
importantes en las empresas e instituciones públicas, lo que ha conllevado que los
padres se involucren más con los hijos. Esto ha facilitado que ambos se apoyen y
puedan continuar con sus funciones fuera de la familia.
Se puede apreciar en la sociedad dominicana un acercamiento más íntimo de los padres
jóvenes con sus hijos. Participan de las actividades escolares, salen a las plazas a pasear
con ellos e incluso participan en las consultas médicas.
Los rituales familiares con la inclusión del padre fortalecen el sentido de pertenencia, no
tan solo para los hijos, sino para la pareja.
Es un reto para usted mantenerse en contacto con sus amigos sin que las opiniones de
ellos lo perturben. Su compromiso familiar ha de estar por encima de todos los
comentarios que hacen con el fin de que usted abandone su involucramiento.
Lo importante es que pueda mantenerse en su rol parental decidido. No se preocupe por responderles ni justificarse. Escúchelos y simplemente exprese que usted así quiere
hacerlo. Su firmeza le hará llegar el mensaje con claridad.
Cuando sus hijos sean adultos le retribuirán por el mérito ganado.
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