Pregunta del lector: Me he dado cuenta de lo difícil que me resulta decir que no, con
tan solo pensarlo me siento ansioso. Aprendí a reconocer que en el fondo temía que
las personas se sintieran mal si les decía que no. Me gusta complacer y caer bien. Mi
responsabilidad ahora es cambiar esta actitud y darme la oportunidad de aprender.
¿Qué cosas podría hacer sin que tenga que sentirme mal?
Respuesta de la terapeuta: Iniciar el proceso para liberarse de su actitud complaciente podría costarle un poco. Es probable que sienta culpa cuando dice no. Le asaltará la duda en torno a si perderá la buena imagen de usted que tienen los demás.
Es probable que muchas de las personas con las que se relaciona y que valoran su
actitud, se resientan cuando este comportamiento comience a cambiar. El patrón
relacional establecido es el de dador complaciente y el receptor de los favores. A su
vez, ellos solicitan y usted complace.
Asumir el cambio no significa que no sentirá malestar, pues pensará que le retirarán su amistad por esta actitud. Si la amistad se fundamentó en el apego establecido y el
intercambio mutuo de gratificaciones, no hay por qué temer.
Su cambio puede generar sorpresa o confusión. Quizás, la primera negativa no será
registrada y retomarán la petición. Mantener su cambio firme hará que los demás lo
noten. Comprenderán que no podrán solicitarle como antes.
La actitud complaciente e incondicional está instalada en el pensamiento y se volvió un hábito para complacer y agradar a los demás.
Aprender a decir que no le permitirá fortalecer su autoestima y a considerarse una
persona valiosa sin tener que someterse a la complacencia. Quebrantará su esquema de sentirse atado en sí mismo por su propio esquema de respuestas.
Cuando logre el cambio sentirá un gran alivio y se dará cuenta de que los demás
mantendrán el vínculo y le respetarán cuando usted diga “no quiero” o “en este
momento no puedo”.
Aprenda a no depender tanto de la aprobación externa, sí de la aprobación interna
que le genere bienestar y autoaceptación sin sentirse esclavo de su propia actitud.
Aprenderá a discriminar entre cuando decir que sí o que no.
Decir no sin temor al rechazo mejorará su autoimagen y su actitud ante los demás.
Valorará que le quieran aunque diga no.

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