Pregunta de la lectora: Creía que era imposible que las personas cambiaran y que estaban destinadas a ser de una determinada manera.
Creía que, por tratarse de la personalidad era improbable lograrlo. Sin embargo, he conseguido cambios importantes en mi vida, puedo decir que soy otra persona. Me gustaría conocer su opinión.
Respuesta de la terapeuta: Siempre que la persona desee cambiar existe la posibilidad de lograrlo si es consciente de lo que quiere modificar, por qué y para qué. La visión ha de ser clara para alcanzar el cambio.
Una vez identificada la conducta, la actitud, la forma de reaccionar, el estilo de relacionarse, la forma de expresar el afecto o los modos en qué se comunica, lo que piensa y dice, estará más dispuesta a lograrlo.
Si el pensamiento de la persona es flexible aumentará la probabilidad de reflexionar y asumir el reto en explorar cómo piensa acerca de las cosas y cuáles son las creencias que inciden en la percepción y que determinan cómo interpretar todo lo que ocurre en su entorno. Se dará cuán predecibles son sus conductas y respuestas ante situaciones cotidianas y ante las crisis familiares o personales.
Respondemos en concordancia con las creencias que hemos incorporado en todo nuestro proceso de vida. Es sumamente interesante darse cuenta de que los problemas no se resuelven porque siempre se quieren enfrentar de la misma manera.
Las relaciones personales se mantienen conflictivamente congeladas en el tiempo porque la percepción y la reacción con respecto al otro se mantienen iguales.
Centrarse en la autobservación es un elemento clave en todo proceso de cambio. Es un error justificar el comportamiento inculpando a otros, aunque esto tampoco descarta de manera absoluta que la conducta de la otra persona no influya, pero no es determinante, excepto en caso de que se trate de una relación de alienación.
Dependerá de la capacidad de resiliencia y de comprender que, si el otro nos afecta de manera deshonrosa, peligrosa o dañina, se tiene la opción de alejarse o depararse.
La forma de concebir la vida, el trabajo, la relación con su familia, su pareja, hijos y las amistades, dependerá de cómo haya integrado su identidad, el quién yo soy, cómo me percibo y qué creo respecto a los demás. Eso determinará su actitud y su sentido de la vida.
Ser consciente es trascender a la cotidianidad carente de sentido.
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